APÉNDICE A "DIARIOS DE LA REINA DEL OCÉANO": BADAJOZ: ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL- La República: 1931-32

 

Badajoz: La República(1931

Apéndice a DIARIOS DE LA REINA DEL OCÉANO

Los primeros gobiernos de la República se ven obligados a un apresurado reparto de los latifundios para evitar que los campesinos hambrientos los tomen por la fuerza. Los trabajadores del campo no tienen contrato, están subempleados, en el paro. Así, la propaganda revolucionaria les atrae. La gran mayoría de trabajadores agrícolas extremeños son anarquistas. En cuanto a los aparceros, muchos estaban fuertemente endeudados con los prestamistas locales. En Mayo de 1931, el ministro de Trabajo, Largo Caballero decretó que sólo se podría expulsar a los arrendatarios si no pagaban las rentas o no cultivaban la tierra. Los terratenientes tendrían que pagar las mejoras que hubieran hecho los arrendatarios, cuando estos renunciaran al arrendamiento. También podrían conseguir una reducción en la renta si había mala cosecha o si los ingresos que daba la tierra eran menores a la renta a pagar. Introdujo la jornada de ocho horas y se permitirían las horas extras pagadas. Se crearon unos jurados  de arbitraje, formados por terratenientes y campesinos, que decidirían las disputas laborales y salariales; los propietarios tenían que ofrece trabajo  a los habitantes de la población antes de hacer oferta a forasteros. Parecía que la ley favorecía por fin a los más pobres. Los salarios se doblaron. Era el comienzo de la reforma agraria que tanto tiempo estaban esperando.

  En Marzo de 1932, el nuevo ministro de Agricultura, presentó un plan para la reforma del campo: se empezarían a expropiar tierras, indemnizando a los propietarios, excepto en el caso de las tierras de los grandes nobles u otros que se habían apropiado de sus fincas en el siglo XIX, al acotar como fincas privadas lo que antes era suyo meramente a título administrativo, según acuerdos feudales abolidos en 1811. Los trabajadore sin tierra serían los primeros en la lista de los que desearan asentarse en la nueva tierra, pero no podrían vender, hipotecar o arrendar la tierra que recibieran: el Estado sería el nuevo propietario. Se creó un Instituto de Reforma Agraria para fomentar la enseñanza técnica, la inversión y el regadío.

Campesinos de extremadura

  La fincas expropiadas serían: las que fueron compradas con fines de especulación o con el único objeto de percibir una renta; las que constituyeron señoríos jurisdiccionales y que se hayan transmitido hasta llegar a sus actuales dueños por herencia, legado o donación; las incultas o manifiestamente mal cultivadas; las que debiendo haber sido regadas por existir embalse y establecer la ley la obligación del riego no lo hayan sido aún; las explotadas sistemáticamente en régimen de arrendamiento a renta fija, en dinero o en especie, durante doce años o más; las propiedades  que en cada término municipal excedan las cifras que señalen las juntas Provinciales, que han de estar comprendidas dentro estos límites: en secano las tierras dedicadas al cultivo herbáceo en alternativa, de 300 a 600 Has.; los olivares asociados o no a otros cultivos, de 150 a 300 Has.; las tierras dedicadas al cultivo de la vid, de 100 a 150 Has.; las tierras con árboles o arbustos frutales en plantación regular de 100 a 200 Has.;las dehesas de pasto y labor, con arbolado o sin él, de 400 a 750 Has.

  La ley se aprobó en Septiembre de 1932. Pero no hubo ninguna urgencia en ponerla en práctica. En Extremadura se intentó acelerar el proceso con el Decreto de Intensificación de Cultivos de Octubre de 1932, que permitía la ocupación de fincas que habían dejado de ser arrendadas y se dedicaban sólo al pastoreo. Esta medida dio trabajo a unas cuarenta mil familias cuyos miembros estaban en paro y no tenían ninguna posesión. Pero había cientos de miles en esta situación. Las esperanzas de los campesinos se vieron frustradas. Podría haberse hecho más para reducir la miseria de la vida agrícola. Los gobiernos de la derecha del bienio negro cortaron cualquier resquicio para el cambio.

  La reacción de los terratenientes a la reforma fue uno de los factores que fomentaron la violencia entre los dos bandos tan distantes. En los latifundios extremeños, como en la mayoría de toda España, se desobedecieron las leyes agrarias por sistema. Los jornaleros afiliados a sindicatos socialistas o anarquistas se encontraron con un cierre patronal o la tierra se dejaba sin cultivar. Se les negaba el trabajo al grito de ¡comed República! Los braceros trabajaban de sol a sol sin recibir el salario por las horas extra. Los campesinos hambrientos que cogían las bellotas o las aceitunas del suelo para alimentarse eran brutalmente apaleados por la Guardia Civil o los guardias armados de las fincas.

 

 

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