represión

Exhumación de fosas comunes en Soria

Exhumación de fosas comunes en Soria

Sólo en la provincia de Soria quedan por desenterrar más de 586 personas desaparecidas en los albores de la Guerra Civil. Los últimos cuerpos exhumados son los de cuatro hombres represaliados por el franquismo. Los fusilaron y enterraron en  La Riba de Escalote, pueblo soriano de la comarca de la Tierra de Berlanga, donde destacan su Iglesia de San Miguel, la ermita de San Hipólito y la atalaya de Hojaraca, signo de una riqueza histórica que comparte con la mayoría de pueblos y comarcas de la provincia de Soria, rica en arte románico y restos celtas, íberos, árabes o romanos. En los años 30 del siglo pasado tenía una población cercana a los 350 habitantes. En la actualidad cuenta con menos de 20 habitantes, situación en la que se encuentran la mayoría de pueblos de esta provincia soriana y de la denominada España vaciada.

Han terminado ya las labores de exhumación de las dos fosas clandestinas en las que han sido hallados los restos mortales de cuatro civiles desaparecidos y asesinados en el año 36. La primera fosa fue excavada el pasado 24 de julio, y la segunda se abrió el sábado 5 de octubre. La Asociación Recuerdo y Dignidad se felicita por que este caso se haya judicializado: ahora a estas personas se las considera “víctimas” en vez de “restos arqueológicos”. Un delito que no prescibe hasta que sean identificados. La Asociación soriana Recuerdo y Dignidad (ASRD) se fundó hace once años en Soria. Desde allí, se encarga de las tareas relacionadas con el ámbito de la recuperación de la memoria histórica desde la perspectiva de los derechos humanos en relación con el alzamiento de parte de la cúpula del ejército español en 1936 contra la democracia y el pueblo español y la inmediatamente posterior dictadura fascista del General Franco.

Ya queda menos para que los restos mortales lleguen a sus familias y puedan darles una sepultura digna. Según testimonios recogidos por la Asociación Recuerdo y Dignidad, corresponderían a dos vecinos de Berlanga de Duero y dos de Soria. Los de Soria fueron fundadores de las Juventudes Socialistas, Silverio Lumbreras y Adolfo Morales; y los de Berlanga, tesorero de Unión Republicana y concejal, Alberto Rodrigo; y un jornalero, miembro de Izquierda Republicana, Gregorio Valdenebro. Tras su levantamiento por orden judicial y en presencia de agentes de la Guardia Civil, un estudio determinará cómo fueron asesinados, aunque a simple vista se aprecia disparos en sus cráneos. Están claros los motivos políticos de su asesinato.

Las tareas de limpieza y acondicionamiento de la zona de trabajo en torno a la fosa común encontrada el pasado julio en La Riba de Escalote comenzaban en julio y de forma simultánea se inspeccionaba el terreno cercano en busca de más fosas comunes que pudieran aparecer. La fosa común aparecía cuatro horas después a escasos seis metros de la primera, localizada en julio. En la fosa descubierta el 24 de julio había dos personas y en esta nueva fosa había otras dos, como ya intuía la Asociación Recuerdo y Dignidad. Los huesos estaban bien conservados y aparecieron varios objetos asociados a los mismos como hebillas, botones de nácar, unos gemelos, unas gafas, y restos de calzado.

La ayuda de los vecinos fue decisiva para la localización del paraje de enterramiento y colaboraron durante todo el día acercándose hasta la zona para tratar de delimitar la ubicación aproximada, siempre dentro de las mismas tierras de labor. Pero fue, de nuevo como en el caso de la fosa que albergaba a los maestros de Cobertelada, la comparación con una fotografía aérea antigua el elemento que acabó de señalar la ubicación más probable de enterramiento en la cual finalmente aparecieron los cuerpos. Según todos los testimonios recabados, habrían sido asesinados cuatro civiles el 16 de septiembre de 1936 estando bajo custodia militar. 

Estos son los detalles de los cuatro asesinados:

- Adolfo Morales Ruiz. Natural de Gómara y residente en Soria, donde militaba y fue fundador de las Juventudes Socialistas y en UGT. Era comisionista y tenía 26 años cuando fue asesinado.

- Silverio Lumbreras Pérez corrió la misma suerte que Adolfo, junto a quien pasó por las cárceles de Soria y Almazán. Era electricista de 25 años de edad, perteneciente a las Juventudes Socialistas. Ambos fueron asesinados atados uno al otro, y enterrados del mismo modo.

-Gregorio Valdenebro Moreno, era jornalero de 28 años de edad, casado y perteneciente a Unión Republicana.

-Alberto Rodrigo León, sastre de 32 años, casado y con dos hijos, y concejal del Ayuntamiento de Berlanga, además de ser el Tesorero de Unión Republicana.

Desde este blog envío felicitaciones por la lucha y ánimos para seguir a la asociación Recuerdo y Dignidad.

Los restos de Franco saldrán del Valle de los Caídos

LOS RESTOS DE FRANCO SALDRÁN DEL VALLE DE LOS CAÍDOS

¡Ya era hora!, gritarán los descendientes de los represalidados, fusilados y exiliados por el franquismo durante la guerra y posguerra en España. ¡Por fin!, susurrarán los nietos de los que esperan que sus antepasados sean exhumados de los cientos, miles de fosas comunes, esparcidas por el territorio español.

Hoy, día 24 de Septiembre de 2019, el Tribunal Supremo avala una orden ministerial, surgida de un mandato del Parlamento de mayo de 2017. Los periódicos han informado de la noticia. Aquí indico una serie de enlaces a diferentes fuentes periodísticas:

https://www.elmundo.es/espana/2019/09/24/5d89e133fdddff25b18b4698.html

https://elpais.com/politica/2019/09/24/actualidad/1569307501_482774.html

https://www.lavanguardia.com/politica/20190924/47611640898/tribunal-supremo-vala-franco-mingorrubio-el-pardo-exhumacion.html

Según la ley de Memoria Histórica, aprobada en las Cortes españolas, era una ilegalidad que un dictador, golpista, usurpador de un poder popular, represor, tuviera un monumento, edificado por miles de sus presos. Buena noticia para la convivencia, la democracia y la libertad. Digan lo que digan los que sueñan con volver al pasado.

 

España, verano de 1939

España, verano de 1939

Al acabar la guerra civil, España se convierte en un país enlutado. Miles de hombres han muerto en el frente; miles de mujeres, ancianos y niños, en los bombardeos de las ciudades; miles más, desaparecidos, enterrados en fosas comunes, fusilados. Un brazalete negro en la manga derecha, una corbata negra, un botón negro en la solapa, un traje negro para los que se lo pueden permitir: son las señas del luto entre los hombres. Las mujeres lucen el negro de la cabeza a los pies; las más jóvenes se atreven con un medo luto, con prendas grises o, transcurridos un par de años de la desgracia, vestidos negros y blusas blancas. Las viejas van envueltas en mantillas y tocas de lana negra. Pasean por las calles como fantasmas somnolientos.

Es verano de 1939 y el hambre aprieta. En muchos lugares se oyen las descargas del pelotón que fusila en las tapias del cementerio a los sentenciados. Después, el tiro de gracia pone fin al ruido ensordecedor y lastimero, que ya se ha hecho familiar en demadiados pueblos y ciudades de la España vencida. Los juicios sumarísimos se suceden a ritmo vertiginoso. Es la época de mayor nivel represivo. La mitad de los españoles, los que apoyaron a la República, viven en la angustia, confiando que nadie les denuncie. Bastará que un anónimo le señale por rojo o sindicalista, o por ser hijo o nieto de rojo o sindicalista. Los que tienen suerte se librarán de la muerte, pero les caerán un mínimo de veinte años de cárcel, en condiciones insufribles. En la radio nacional escuchan que la sangre de los que cayeron por la Patria no consentirá el olvido, ni la traición. España sigue en guerra. Así lo proclama el locutor franquista Fernando Fernández de Córdoba. Suena el Cara la Sol en la radio, en los cines y en los teatros; en las escuelas; en los patios de las prisiones; antes de los partidos de fútbol; los espectadores de las corridas de toros lo cantan en posición de firmes con el brazo derecho en alto y la mano extendida, como lo hacían los fascistas italianos. Después del himno falangista, una autoridad grita: ¡España, Una, Grande y Libre!¡Arriba España! Miente cuando grita. Casi todos lo saben, porque en España no hay libertad; el país está desunido y está en la ruina, lejos de cualquier grandeza. Ni es libre, ni es una ni es grande la España de la posguerra. Estos gritos son la ocurrencia del jefe de prensa de Madrid, Manuel Aznar Zubigaray, amigo de José Antonio Primo de Rivera y abuelo del que luego será presidente del gobierno de la democracia, José María Aznar López.

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La tradicional picaresca española hace que mucho españoles vistan la camisa azul falangista a todas las horas. Quieren demostrar su apego al nuevo régimen, fueran ya uno de los suyos o conversos. La afiliación a la Falange alcanza casi un millón de personas. Es lo mejor para lograr los beneficios de los vencedores. Beneficios que disfrutan los militares franquistas: casi la mitad de los puestos de la nueva administración pública son para los militares; les construyen viviendas y economatos; tienen transporte público gratuito.

Así era el verano del 39. Sería bueno que los jóvenes conocieran esta historia para compararla con su presente.

Para más información:

PASCUAL LÓPEZ, Pablo: "Antes que la memoria nos abandone".

ESLAVA GALÁN, Juan: "Los años del miedo".

Madrid: Marzo-Abril, 1939

Madrid: Marzo-Abril, 1939

 

Fue a finales de Marzo del año 1939, el final de la cruel guerra civil en España, cuando los madrileños, los que apoyaban al ejército rebelde del general Franco, se atrevieron a colgar las banderas rojigualdas de sus balcones y ventanas. Los soldados franquistas no entraron como se supone a los que ocupan una ciudad vencida. Semanas antes, el coronel Casado había entregado la ciudad a las tropas de Franco, dando un golpe contra el gobierno de Negrín, un gobierno en desbandada, contra un presidente de la República ya en el exilio francés. No hubo entrada formal de las tropas en la ciudad antes de la rendición del comandante de las fuerzas republicanas, el teniente coronel Prada, ante el coronel Losas, jefe de las fuerzas franquistas, en la Ciudad Universitaria, a la una de la tarde del martes 28 de Marzo. No hubo desfile del ejército victorioso. Eso lo dejaron para otro día. Muchos soldados llegaron el centro de Madrid en metro.

La capital fue tomada por los franquistas desde dentro de la ciudad, por los quintacolumnistas, los grupos afines a los golpistas, que sabotearon, espiaron e hicieron listas con los elementos más radicales de las filas republicanas, entre otras actividades. Los días 26 y 27 de Marzo todos los presos derechistas estaban fuera de las prisiones. Los que pudieron escapar a las sacas de Noviembre del 36, cuando el terror rojo expandió sus redes y asesinó a centenares de prisioneros adictos a los rebeldes, después de sacarlos de las cárceles de Madrid, subirlos a autobuses y fusilarlos en Paracuellos del Jarama y localidades cercanas. Llegó la hora de la revancha en Marzo de 1939 y los de la Quinta Columna no esperaron para actuar. Con los soldados republicanos en desbandada y la deserción en masa, que habían abandonado las trincheras, hubo momentos de encuentro pacífico por parte de los soldados de ambos bandos. Para ellos la paz era un hecho. No para sus generales.

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El  día 28 las calles estaban repletas de gentes que daban vítores a Franco, especialmente en el barrio de Salamanca, un lugar que nunca fue bombardeado por los aviones franquistas. Pero muchos madrileños prefirieron no quedarse a contemplar la entrada de los franquistas en su ciudad. Unos quince mil huyeron a Alicante, esperanzados en encontrar un barco que los llevase al exilio. Un barco que nunca apareció. Entre los huidos estaban el antiguo alcalde y gobernador civil de Madrid. También cientos de mujeres y niños. Fueron conducidos, prisioneros, al triste campo de concentración de Albatera. Volverían a Madrid para ser juzgados y condenados, la mayoría, a penas severas, cadena perpetua o al pelotón de fusilamiento.

(Continuará…)

Si estás interesado en el tema, mi libro DIARIOS DE LA REINA DEL OCÉANO recoge episodios como el de la huída de republicanos al exilio o sus condenas en España.

 

Badajoz: Antes, durante y después de la Guerra Civil: 1933-1935

Apéndice a DIARIOS DE LA REINA DEL OCÉANO

Badajoz: Antes, durante y después de la guerra civil: 1933-1935

Fundacion joaquin diaz recoleccion herrin de campos valladolid

El 23 de Abril de 1933, el día de las elecciones municipales, el alcalde de Zafra encabezaba una manifestación de socialistas y comunistas en Hornachos, ondeando banderas rojas y entonando cánticos revolucionarios. Los candidatos de la derecha acudieron al diputado provincial del Partido Radical, Rafael Salazar Alonso, quien telefoneó al ministro de la Gobernación. La Guardia Civil disparó contra los manifestantes, matando a 4 hombres y una mujer. Salazar Alonso llegó a ser él mismo ministro de la Gobernación y alcalde de Madrid en los dos años siguientes.

  Con Alejandro Lerroux, líder corrupto del Partido Radical, como Presidente del Gobierno, la reforma agraria quedó paralizada. A Extremadura llegó mano de obra barata desde Galicia, dejando sin trabajo a los campesinos locales. Las infracciones de la ley no se castigaron. Los nuevos gobernadores civiles nombrados por los radicales de Lerroux dejaban el orden público en manos de matones a sueldo de los terratenientes. En la provincia de Badajoz, donde la tasa de paro rondaba el 40 por ciento, casi se morían de hambre. La diputada socialista Margarita Nelken denunció con rotundidad las condiciones de los trabajadores del campo y sus familias. Sus discursos eran suspendidos por la autoridad. Su principal oponente, Salazar Alonso, insultaba a la diputada Nelken, mientras se servía de matones para apalear a sus enemigos políticos. En Zalamea, los derechistas abrieron fuego contra la casa del pueblo socialista al grito de ¡Viva el Fascio! y mataron a varios trabajadores. Nelken fue agredida a punta de pistola tras pronunciar un discurso en Aljucén. En los colegios electorales los guardias civiles obligaban a los trabajadores a cambiar sus papeletas de voto por otras previamente marcadas con el nombre de los candidatos de la derecha. El fraude fue masivo, con votos comprados, votos repetidos por simpatizantes de la derecha que llegaban en camiones abarrotados y extravío de urnas en las localidades favorables a la izquierda. El ministro de Justicia presentó su dimisión después de las elecciones en protesta por el fraude electoral, pero los terratenientes lograron restablecer las relaciones feudales que constituían la norma antes del comienzo de la República. Los terratenientes seguían contratando a los que habían votado a las derechas. En Almendralejo, a pesar del desempleo masivo, se trajeron de fuera dos mil trabajadores para la recogida de la uva y la aceituna. En Orellana y Olivenza los patronos empleaban a niños y mujeres a los que solo pagaban una parte del salario del que pagaban a los hombres.

  A los alcaldes socialistas de Zafra y Fuente de Cantos los sustituyeron por personas vinculadas a los intereses de los propietarios de tierras. El nuevo ministro de la Gobernación, Salazar Alonso, los expulsó de los ayuntamientos sin razón alguna. Ambos alcaldes eran personas queridas en sus localidades porque usaban fondos municipales para dar trabajo a los desempleados y para comprar comida con la que aliviar el hambre de las familias sin trabajo. Los dos fueron fusilados: Modesto Lorenzana, de Fuente de Cantos, en Septiembre de 1936; José González, de Zafra, en Abril de 1939.

  Los defensores de la derecha, bien vestidos, bien comidos, honraban a los gobernadores con almuerzos en su honor. La prensa estaba de su parte. Los recortes salariales y la discriminación de obra a los sindicados continuaron sin impunidad. Los jornaleros hambrientos se veían obligados a robar aceitunas y otras cosechas. Se agravaron los problemas y los odios se acrecentaron. Los campesinos mendigaban por las calles de los pueblos de Badajoz, y el raquitismo y la tuberculosis estaban a la orden del día.

  El sindicato FNTT llamó a la huelga en Junio. Sus objetivos tenían poco de revolucionarios: garantizar la mejora de las condiciones laborales en el campo; rotación en el empleo, con independencia de la afiliación política o sindical;acabar con los salarios de hambre; garantizar cuarenta días de trabajo por la limitación del uso de maquinaria; continuar con las expropiaciones previstas en la ley de Reforma Agraria...Pero Salazar Alonso declaró la huelga ilegal. Designó la cosecha como servicio público. De hecho militarizó a los jornaleros. Los que no acudieran al tajo se les consideraría culpables de rebelión. El conflicto se saldó con miles de detenciones. Las cosechas se recogieron con mano de obra barata llegada de Portugal y Galicia. La Guardia Civil impedía que las masas hambrientas robaran las cosechas. El 31 de Mayo se detuvo a los alcaldes de Olivenza y Llerena, junto a numerosos sindicalistas, maestros de escuela y abogados, que recibieron palizas.

  En la cárcel de Badajoz se hacinaron 600 presos, cuando su capacidad era para 80. Miles de campesinos fueron obligados a punta de pistola a subir en camiones para el ganado, deportados a cientos de kilómetros de sus hogares, abandonados a su suerte y obligados a regresar andando. El 4 de Julio, 200 campesinos de Badajoz que habían sido trasladados a la cárcel de Burgos llegaron a Madrid y se concentraron en la Puerta del Sol, donde fueron violentamente dispersados por la Policía. La FNTT les pagó el viaje de vuelta a casa, donde muchos fueron otra vez detenidos al llegar. Mientras tanto, las autoridades hacían oídos sordos a los ataques de cuadros falangistas a las casas del pueblo, las sedes de los sindicatos, a la adquisición de armas por parte de los grupos violentos de la derecha.

  En Julio de 1935 quedó aprobada la contrarreforma agraria. Los terratenientes podían evitar la expropiación de sus tierras usando testaferros. En Extremadura los terratenientes comenzaron a despedir a los yunteros. En Fregenal de la Sierra, un solo propietario desalojó a 20 familias. Los braceros cobraban los mismos jornales que a principios de siglo, si es que podían trabajar. El egoísmo ilimitado de los propietarios es una de las razones señaladas para el triunfo del Frente Popular en Febrero del 36 en Extremadura. A pesar de la compra del voto: los terratenientes ofrecían comida y mantas a los que votaran a la derecha; el partido derechista Acción Popular abrió comedores de beneficencia.