Una reflexión personal sobre la guerra en Gaza

LIMPIEZA ÉTNICA EN PALESTINA: LA REVANCHA

Cuando al final de la Segunda Guerra Mundial, los soldados aliados descubrieron los campos de exterminio nazis, esparcidos por Alemania, Austria, Polonia, Checoslovaquia y otros lugares, el mundo supo la barbarie del régimen de Hitler: acabar con los judíos y gitanos, eliminar a los discapacitados, homosexuales, izquierdistas, encumbrar la raza aria por encima de todas. Miles de exiliados de la guerra civil española perecieron en Mauthausen, Sobibor, Auschwitz/Birkenau y tantos otros.

Los judíos supervivientes del holocausto fueron rechazados en el regreso a sus países de origen. Se les buscó una solución: la creación, por parte de la Sociedad de Naciones, de un estado judío, artificial, dentro de la Palestina ocupada por los ingleses. Era una manera de lavar su mala conciencia por la inacción durante la guerra mundial. Como resultado: guerras continuas entre árabes y judíos, eternas luchas por el territorio ocupado. A los israelíes del nuevo país les proporcionaron armas. Estados Unidos los armó hasta los dientes. Las fábricas de armamento necesitan de ventas infinitas para seguir acumulando riquezas incontables.

 

Cientos de miles de judíos de todo el mundo llegaron a la Tierra Prometida, en oleadas sucesivas durante las décadas siguientes, estableciendo asentamientos de colonos fuera de la ley. Mientras, los palestinos eran recluidos en dos territorios mínimos: Cisjordania y la franja de Gaza. O tuvieron que marcharse a exilio, primero a Jordania y Túnez, después a cualquier lugar que les diera cobijo. Las semillas del odio estaban creciendo más y más. A medida que la represión del Estado judío, en algunos momentos liderada por gobiernos de radicales, iba creciendo, el odio entre los árabes aumentaba. Los árabes radicales, por su parte, una vez desaparecido el líder carismático de OLP (Organización para la Liberación de Palestina), Yasser Arafat, se apoyaron en Irán para armarse y formar grupos radicales: Hamás es el ejemplo que hoy oímos en todos los telediarios.

El jefe del Gobierno de Israel actual, Netanyahu, está obrando como los líderes nacionalistas de la guerra de los Balcanes. Con una consigna clara: exterminar al contrario. Aprovechó el ataque terrorista de Hamás, brutal, contra inocentes, para iniciar una limpieza étnica con los precedentes de los nazis, Serbia y algunos países africanos. Esta guerra es una venganza, una revancha. Los judíos fueron exterminados en masa en campos nazis. Es verdad. El ataque de Hamás fue irracional. Por supuesto. Pero esto no les da la razón. Hay más de diez mil civiles, entre los que se encuentras miles de niños, muertos por los bombardeos y los cañonazos del ejército israelí. Las imágenes de las televisiones y los medios de comunicación no engañan. Bombardean hospitales, invitan a los árabes a desplazarse a lugares que luego bombardean. Un genocidio en toda la regla.

Pero si en la ONU, los estados que tienen veto de resoluciones, están en contra de un alto el fuego, ¿qué se puede hacer? Por cierto, los EE.UU. votó en contra ayer mismo contra la propuesta de un alto el fuego en Gaza. Hay que ser claros: sus fábricas de armamento tienen lobbies tan potentes que están por encima de cualquier humanismo.

Conclusión: la revancha de los judíos es irracional, inhumana. Los palestinos no tienen nada que ver con el exterminio de hebreos en los años 40. Son solo víctimas de una política inhumana e irracional, y de un militarismo atroz. En Oriente Próximo hablan las balas, no las palabras sensatas.

 

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