Reflexiones de un jubilado sobre la pandemia

REFLEXIONES DE UN JUBILADO SOBRE LA PANDEMIA

Nos acosan durante estos largos meses de aislamiento social con un sinfín de tertulias televisivas, en las que un grupo de periodistas lanza sus ideas sobre la evolución de la pandemia, de la curva de contagios, del seguimiento de la vacunación. Depende de la cadena de TV que sintonices, la conclusión tendrá un signo positivo o negativo. Estas son las reflexiones de un jubililado, que asiste a la sinrazón de conclusiones ilógicas y desbaratadas por parte de un periodismo altamente manipulado (solo hay que prestar con atención las preguntas que se hacen a los Ministros de Sanidad o al Dr. Simón):

1. Este virus maldito se expandió mucho antes de que científicos, políticos, gobernantes de todos los países, servicios médicos supieran apenas nada de su estructura, de su capacidad de contagio, de su forma de invasión, de su conquista mundial. Echar la culpa al contrario es una tarea fácil. Lo difícil parece ser ponerse a trabajar en conjunto. Menos palabras y más hechos es lo que hace falta.

2. Las estructuras sanitarias han sido insuficientes para una pandemia. Hay que invertir en sanidad y ciencia. En España y en la mayoría de países europeos, que hasta en Alemania y Reino Unido han tenido serios problemas para atender a todos los contagiados. Por no mencionar al  estado de la sanidad en el Tercer Mundo. Es momento para que la solidaridad de los más ricos se vea reflejada, repartiendo las vacunas que las codiciosas farmacéuticas están vendiendo a los ricos; invirtiendo en infraestructuras sanitarias en lugares no tan lejanos, que el Norte de Africa es frontera con la Europa rica; haciendo campañas educativas que incidan en la necesidad de preservar el medio ambiente. 

3. Esta pandemia ha demostrado la fragilidad de la humanidad. Solo si se aplican medidas globales se aplacarán las pandemias futuras. Es en este punto donde la OMS debe liderar las actuaciones. Y obligar a las farmacéuticas a liberar sus patentes. Todos tenemos el mismo derecho a la salud, vivamos en el Congo o en Canadá, en Soria o en el Magreb. Quizás con la intervención de la producción de medicamentos, vacunas, por parte de los estados se podrá lograr una sanidad digna para todos, que es un derecho universal. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, este derecho viene desarrollado en el Artículo 25: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica..."

4. Lo que ha ocurrido en España y sigue ocurriendo es en buena medida el resultado de la anarquía que conlleva el Estado de las autonomías. Los diferentes gobiernos autonómicos parecen estar más preocupados por echar las culpas al gobierno central que por centrarse en la lucha contra el virus. El gobierno central, que en la primavera del año anterior tomó las riendas y consiguió, con la abnegación de los ciudadanos y los sanitarios, aplacar la expansión del virus tomando medidas duras pero necesarias, ha delegado en los gobiernos regionales la política sanitaria, que les corresponde por orden constitucional. Para que no haya las diferencias que cualquier ciudadano observa y sufre, víctima de políticas erráticas, el gobierno central tendría que asumir las competencias sanitarias. Algo casi imposible de pensar con una oposición dura y lejana del consenso, que sí consiguieron los políticos de la Transción. No hay que olvidar que este paso requeriría un cambio constitucional o la declaración de un nuevo estado de alarma, que no superaría el apoyo de los grupos en el Congreso.  Mientras la Sanidad no sea igual para todos, mientras en provicias castellanas los mayores mueran en las residencias porque no hay plazas hospitalarias para ellos y en las comunidades vasca o navarra este problema está resuelto, se podrá pensar que algo no funciona en el Ëstado de las autonomías.

5. Europa ha fallado. Ha entregado cantidades descomunales de dinero para ayudar a farmacéuticas americanas a lograr la vacuna salvadora. Este dinero bien podría haber sido invertido en los laboratorios europeos que no han conseguido la vacuna porque no han recibido las ayudas necesarias. Aún así, la vacuna española del CSIC está en fase de estudio y llegará a los ciudadanos cuando todos estemos inmunizados por vacunas americanas, rusas o chinas.

En conclusión: los ciudadanos hemos aprendido lo que verdaderamente nos puede salvar de un contagio, más allá de las medidas de los gobiernos: uso de mascarilla en todo momento, evitar reunirse con personas que no forman parte de tu grupo de convivencia diaria, lavado de manos constante, desinfección y ventilación de estancias....hasta que nos llegue la vacuna, que llegará. Hay que ser pacientes y positivos. Y cuidar la naturaleza, que la estamos ofendiendo. 

 

 

 

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