LA GRAN HAMBRUNA: LOS PRIMEROS AÑOS
- Por pascual-lopez-pablo
- El 04/03/2021
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- En Irlanda
LA GRAN HAMBRUNA: LOS PRIMEROS AÑOS
Datos significativos de ayuda a los lectores de LA ISLA REBELDE
La plaga destruyó un tercio de la cosecha de la patata en el otoño de 1845. Solo se obtuvieron 10 millones de toneladas de los 15 esperados. En la primavera de 1846 el hambre comenzó a golpear a la población. Algunas zonas, en especial los condados del oeste, sufrieron más que otras. La gente vendió sus posesiones (barcas de pesca, abrigos, la vaca familiar o el cerdo de la matanza) para comprar alimentos. Algunos se endeudaron con el prestamista local, conocido como el gombeen, que cobraba intereses enormes. Muchos, desesperados, comieron las patatas podridas y enfermaron. Otros hurgaron en los campos en busca de nabos y coles, alimentos que eran un sustituto exiguo de las nutritivas patatas. A pesar de las privaciones y el hambre fueron pocos los muertos en los primeros meses. Esperaban y confiaban que el gobierno de Londres les ayudaría.
El primer ministro británico, Sir Robert Peel, que había sido Secretario de Estado en Irlanda, pensó que la mejor manera de ayudar a los irlandeses era importar grano barato del extranjero. Pero se encontró con un obstáculo enorme: las leyes vigentes que mantenían precios altos para el grano en el Reino Unido, aplicando aranceles a la importación de cereales. Cuando Peel quiso cambiar las leyes, se encontró con la firme oposición de los granjeros ingleses que temían que el precio de sus productos se abarataría. En noviembre de 1845, no obstante, consiguió en secreto que una carga importante de maíz llegara a Irlanda desde América. El llamado Indian corn, un maíz dulce, que jamás sería un sustituto de la patata. Peel quería almacenar el maíz y distribuirlo entre los hambrientos en la primavera siguiente a través de comités de ayuda locales. Lo venderían a precio de coste. Pero muchos no sabían cómo cocinarlo y lo comían crudo, lo que provocó dolores de estómago. A medida que la plaga empeoró la situación, los irlandeses acudieron a los almacenes a comprar el maíz, a 1 penique por libra. Durante meses la hambruna pareció extinguirse. Lejos de la realidad. Hay una pregunta que hoy nos hacemos: ¿Por qué el gobierno no distribuyó alimentos gratis a la población que moría de hambre? Pero en el siglo XIX no cabía semejante situación. Los gobiernos creían firmemente en la teoría económica del laissez faire, lo que significaba que nunca interferirían en el mercado libre, que no era tarea de los gobiernos de cualquier lugar hacer el trabajo de los ciudadanos que debían trabajar para pagar sus alimentos a precio de mercado. La decisión de Peel sobre el Indian corn contradecía esta teoría. Pero fue una solución pasajera.
En la primavera de 1846 todos los campesinos irlandeses esperaban una buena cosecha para el próximo otoño. Se plantaron casi 2 millones de acres y las plantas de la patata parecían sanas a finales de julio. Después, llegó el desastre. Todo empeoró cuando la plaga golpeó el segundo año. Los pobres ya habían vendido lo que pudieron para conseguir dinero. Ahora no tenían nada. Desesperados, robaron nabos en las tierras de los poderosos, comieron hierbas como ortigas y raíces. Los que vivían cerca del mar vendieron sus aparejos de pesca y sus redes. Se quedaron sin fuerza para manejar sus barcas. Rebuscaron en las orillas del océano y encontraron algas, mariscos.
Los precios subieron. Las pocas patatas que había en los mercados multiplicaron por mil su valor. Alimentos alternativos como la avena y la cebada eran inalcanzables para los pobres moribundos. Cuando se comieron los cerdos, las vacas, las ovejas, las aves de sus corrales, no les quedó nada que llevarse a la boca. No tenían ni siquiera simiente de patatas para poder sembrar. Para colmo, el gobierno de Peel, el primer ministro que ayudó a los irlandeses con el Indian corn, cayó por el voto en contra de los representantes de los granjeros, enfadados por la decisión de Peel de importar el maíz americano. El gobierno conservador que lo sustituyó no dio ningún paso en favor de los hambrientos irlandeses.