guerra civil

Badajoz: antes, durante y después de la Guerra Civil- Antecedentes

 

Badajoz: antes, durante y después de la guerra civil- Antecedentes 

APÉNDICE A "DIARIOS DE LA REINA DEL OCÉANO"

 

Extremadura es una tierra árida. La despoblación forestal continuaba desde mucho tiempo atrás. Apenas había maquinaria agrícola y los yunteros, los que poseían una yunta de mulas, eran minoría. Llovía poco. Muchos campesinos se pasaban toda la vida esclavizados por una tierra estéril. Las malas carreteras, la escasez de abonos y la ignorancia de las posibilidades agrícolas mantenían bajas las rentas de los que trabajaban la tierra. Aún así, la agricultura era la fuente de riqueza más importante de la región, aunque los salarios de la mayoría de trabajadores no les diera para comprar su propia comida. En los años 30 la tierra presentaba problemas como el de los minifundios, que no daban a los propietarios lo suficiente para sobrevivir; el de los latifundios, propiedad de absentistas generalmente, que daban a los propietarios una posición económica dominante en la localidad y se aprovechan de los aparceros, de los yunteros y los braceros, que solo tenían sus brazos para trabajar. La tierra estaba en manos de los nobles, duques, burgueses. Casi tres cuartas partes de las tierras cultivables eran propiedad de personas que tenían más de 100 hectáreas. En estas tierras se realizaban cultivos tradicionales de cereales, almendros, olivos y apenas se hacían inversiones de regadío, mecanización, con lo que mucha tierra quedaba sin cultivar. Las fincas se alquilaban a altos precios. Los agentes de los terratenientes contrataban a los campesinos que trabajaban desde el amanecer hasta la puesta de sol por apenas tres pesetas diarias. Los braceros locales se encontraban con la competencia de trabajadores emigrados incluso desde Portugal. Sobraba mano de obra. Estos trabajadores del campo eral el grupo más revolucionario. La mayoría de trabajadores sin tierra no tenían siquiera un huerto. Así, los  respondieron a la llamada del anarquismo y emprendieron innumerables huelgas, actos de violencia, lo que llevó a un empeoramiento de las relaciones en el campo. Los terratenientes no contrataban a los que estaban afiliados a un sindicato anarquista. En cuanto a los aparceros, pocos tenían un contrato escrito de aparcería.

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  Con la llegada de la República la ilusión retornó a los campesinos sin tierra y a los aparceros. Anteriormente, la cuestión agraria era el problema principal para las relaciones sociales en todas las regiones de España. Con una economía subdesarrollada, primitiva, la sociedad mostraba dos caras opuestas: arriba, las clases altas y medias, que representan una quinta parte de la población, que votan, leen los periódicos, que administran los asuntos del país: abajo, los campesinos y obreros, que son pocos los que saben leer y escribir, que se desatienden de la política y solo votan si el terrateniente o empleador les obliga, que se ciñen estrictamente a sus asuntos personales, centrados en la supervivencia familiar. Entre estos dos mundos no hay contacto, punto de encuentro posible. En medio de ellos, los artesanos y pequeños comerciantes.

  No hay posibilidad para un obrero o campesino alcanzar las capas altas de la sociedad. Los pocos que han ganado dinero, lo han hecho en América. Por eso, la política les queda lejos. No quiere decir, sin embargo, que en el momento que han considerado amenazados sus intereses vitales no se hayan levantado arrasando todo. Es este mismo pueblo, obreros sin tierra, el que, con tumultos y matanzas, insistió en la forzosa conversión de los judíos en el siglo XV; el que hizo expulsar a los moriscos en el XVII, contra los deseos de los terratenientes; el que expulsó al archiduque de Austria con sus aliados ingleses en la guerra de sucesión un siglo más tarde. Fueron ellos los que combatieron contra Napoleón. Los campesinos miraban a los terratenientes como extraños que se cruzaban en su vida. La Iglesia, que siempre había contado con su lealtad, fue considerada hostil para ellos, porque defendía los intereses de los de arriba. Cuando aparecieron las ideas socialistas y anarquistas, encontraron lo que necesitaban. La guerra civil fue el encuentro cruel de dos mundos irreconciliables. La tragedia esperada.

Extremadura es el fiel reflejo de este encuentro cruel. Es necesario regresar al siglo XI para comprender todo. La tierra conquistada por los reyes cristianos a los árabes era entregada, no a individuos de la nobleza, sino a las recién constituidas órdenes militares, más capaces de defenderla. En lugar de poblar las tierras conquistadas con campesinos libres, eran explotadas con el trabajo de esclavos moros y labradores que llegaban del norte de Extremadura. Lo que no se cultivaba se dejaba para el pastoreo. En 1836, con la desamortización de Mendizábal, que pretendía acabar con la propiedad de tierras sin cultivar, se expropiaron los bienes de las órdenes religiosas y militares. Los terratenientes y la burguesía provinciana acapararon las fincas desamortizadas a precios irrisorios. Extremadura se convirtió en una región de latifundios y tremenda pobreza. Las llanuras que rodean Badajoz son ricas productoras de grano. Esta zona pertenece en su casi totalidad a terratenientes absentistas que la cultivan malamente, mientras el campesino yuntero que posee un arado y un par de mulas tiene que aguantar los abusos de sus amos. Cuando los terratenientes quieren hacer entrar en razón a los yunteros, no tienen más que dejar en barbecho una parte de sus posesiones. En el resto de la región la tierra es tan pobre que solamente puede lograrse una cosecha cada doce años. Y esta cosecha agota el suelo por completo. Sin embargo, los ríos corren llenos de agua. Grandes extensiones de Extremadura podrían convertirse en regadío.

 

Apéndice a "Diarios de la Reina del Océano": Badajoz: antes, durante y después de la Guerra Civil- Introducción

APÉNDICE 

 DIARIOS DE LA REINA DEL OCÉANO

BADAJOZ: ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL

Introducción

  Los diarios de Amália Machado describen las apocalípticas jornadas de la toma de Badajoz por los rebeldes, la huída de Antonio Padilla (y miles de extremeños hacia tierras portuguesas) y su llegada a Cascais. Pero ¿qué ocurrió en la realidad? He querido conocer la verdad investigando en los testimonios, archivos, libros de los más profundos conocedores de la guerra, de los hispanistas más afamados. Lo que sigue puede asemejarse a lo que en realidad ocurrió:

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En Julio de 1936 parte del ejército español se alzó en armas contra el gobierno de la República. Este golpe militar, que confirmó los presagios más infaustos anunciados desde el día de las elecciones que gana el Frente Popular, no logra el objetivo inicial.  Los militares insurrectos fueron derrotados en la mayoría de las grandes ciudades por las fuerzas de seguridad leales a la República y los militantes de las organizaciones sindicales y partidos políticos. La sublevación triunfó en Galicia, Castilla la Vieja, León, Oviedo, Aragón, Navarra, en las islas,  excepto en Menorca, en Cádiz, Sevilla, Córdoba y Granada. En Sevilla los militares golpistas dejaron tantos cadáveres en las calles que tenían que amontonarlos contra las paredes de las casas para que pudieran pasar los coches provistos de las ametralladoras asesinas. Era el inicio del terror. Los militares contaron con el apoyo de la Guardia Civil y la de Asalto, así como con voluntarios afiliados a los partidos de la C.E.D.A. y la Falange, muchos de estos liberados de las cárceles por los sublevados y que desde entonces se emplearon en hacer la represión y a edificar una nueva España sobre las ruinas de la España republicana.

  El avance desde el sur de tropas procedentes de África le proporcionaron a los rebeldes el dominio de Extremadura. Durante los quince primeros días de Agosto, soldados del Tercio de Regulares, moros, y legionarios dejaron su huella en Almedralejo, Mérida, Zafra y otras localidades, donde los campesinos habían ocupado las tierras otorgadas por la reforma agraria. Esto fue el principio de una violencia que se estaba amasando mucho tiempo atrás

Continuará...

La quinta del biberón en la Batalla del Ebro

La quinta del biberón en la Batalla del Ebro

 

En Abril de 1938 las autoridades republicanas llamaron a filas a los jóvenes nacidos en el año 1920. Cuando se incorporaron al ejército, muchos de ellos apenas llegaban a los 17 años. El ejército nacional avanzaba por tierras de Lérida y Tarragona y su objetivo era la capital catalana. Azaña, Negrín, Líster, Rojo y los asesores militares comunistas soviéticos intentaron contener el avance, contraatacando en la orilla del Ebro.

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Del 25 de Julio al 13 de Noviembre de 1938 estos jóvenes imberbes combatieron con escasez de armas y munición, enfrentados a un enemigo provisto de las mejores armas, uniformados, organizados, apoyados  por la aviación alemana, que bombardeaba las líneas del ejército de lo que quedaba de República. Estas tierras de la orilla del Ebro, alrededor de Gandesa, sirvieron de escenario para la batalla más cruel de la guerra civil. Sus sierras poderosas, sus valles inundados de frutales, olivares, almendros y viñedos, fueron testigos de la desaparición de jóvenes apenas preparados para la lucha.

 

Antes del llegar al frente, una vez cruzado el Ebro, pudieron escuchar los consejos, experiencias y aventuras de los hombres del Campesino; las arengas del general Líster, que los anima a morir por la República; las consignas políticas de los comisarios soviéticos, que lo controlan todo. Cruzan el rio, junto a veteranos de las Brigadas Internacionales, por Ascó, Flix, Riba-roja d’Ebre, Mora la Nova, Mora d’Ebre, Benissanet. Les espera el infierno: trincheras, nidos de ametralladoras, bombas, granadas, hambre, miedo…Hay que resistir como les pide Negrín, el jefe de un gobierno cada vez más desperdigado, hay que luchar hasta que quede una gota de sangre, hasta que los aliados europeos se pongan de acuerdo y vengan a auxiliarles. Esperanzas vanas. La sierra de Pandols es una carnicería para los soldados de ambos ejércitos. Algunos soldados se arriesgan y desertan. Su destino será el pelotón de fusilamiento si son atrapados en la huída, como ocurrió con alguno de los jóvenes de la quinta del biberón.

 

Solo unos cientos de los miles de reclutados se salvaron al final de la batalla. Los que cayeron presos acabaron en los campos de trabajo franquistas. Los que marcharon al exilio se alistaron en el ejército francés y muchos fueron a parar a los campos de concentración nazis. Una pérdida de vidas inútil. Hubieran preferido vivir de rodillas que morir de pié. Por lo menos, hubieran tenido la oportunidad de cambiar su destino.

Federico García Lorca y La Barraca (III)

LA BARRACA DE FEDERICO GARCÍA LORCA (3ª parte)

Lorca

 

La primera gira acabó en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Entre el público estaban los estudiantes que todavía no habían empezado sus vacaciones y Miguel de Unamuno. La prensa de derechas falseó el incidente de las entradas en Soria para desacreditar al grupo, a Fernando de los Ríos y al propio Lorca. Durante los años que duró esta iniciativa acusaron a las actrices de prostitutas y a los jóvenes de mantener relaciones con Lorca, de llevar una vida inmoral, de corromper a los campesinos y de extender el marxismo, además de malgastar el presupuesto público. Argumentos de la España retrógrada, que no encajaba los cambios habidos con la llegada de la República, como  la reforma agraria, la ley de divorcio, las medidas educativas o la reforma de la milicia. Cuando la derecha llegó al gobierno a finales de 1933, las subvenciones menguaron de una manera espectacular.

 

La segunda salida del grupo fue hacia Galicia y Asturias. Después siguieron Granada, Madrid, Alicante, Toledo...así hasta abril de 1936. Llegaron hasta los rincones más alejados de la cultura. Cumplieron su objetivo. Lorca dimitió de su cargo en otoño de 1935 por asuntos no aclarados. Quizás estaba en el momento culminante de su trabajo dramático, con sus obras de teatro en los escenarios de España, Argentina, México, Nueva York, y no podía dedicar el tiempo necesario a La Barraca. Quizás porque su secretario y amante, Rafael Rodríguez Rapún, perdió su puesto cuando la Federación Universitaria de Estudiantes eligió a sus nuevos representantes.


 

Todos los datos que aparecen aquí están extraídos del libro de Ian Gibson Vida, Pasión y Muerte de Federico García Lorca

 

Federico García Lorca y La Barraca (II)

 

LA BARRACA DE FEDERICO GARCÍA LORCA (2ª parte)

El 22 y 23 de mayo de 1932 el poeta acompaña a Fernando de los Ríos en su visita oficial a dos pueblos sorianos, Torrearévalo y San Leonardo (todavía no le habían añadido el de Yagüe). Querían tantear la reacción de las autoridades locales ante la posibilidad de que aquellas tierras fueran las elegidas para las representaciones inaugurales del grupo teatral universitario. Las tierras machadianas satisfacen al ministro y al poeta.

 

La mañana del 10 de Julio de 1932 la caravana partió de Madrid hacia El Burgo de Osma, localidad soriana, primer destino de La Barraca. El grupo contaba con un camión Chevrolet, donde iba el escenario portátil, los decorados y demás utensilios; dos coches con chóferes del Cuerpo de Policía llevaban a los estudiantes, además de varios coches particulares. A las cinco de la tarde llegaron a la ciudad soriana. Allí les esperaban las autoridades. Montaron el escenario en la bella plaza del siglo XVII. A las diez comenzó la representación, seguida por numeroso público. Lorca salió al escenario para explicar los objetivos del Teatro Universitario y agradecer la asistencia a esta primera representación. La Cueva de Salamanca, Los dos habladores y La guarda cuidadosa fueron las obras elegidas. Al acabar la representación, Lorca habló con los periodistas venidos desde Madrid.

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El día 11 de Julio llegaron a San Leonardo donde el tiempo lluvioso impidió la actuación al aire libre. El 12 actuaron en Vinuesa, lugar evocado en La Tierra de Alvargonzález. Aquí los barracos, jóvenes universitarios de dieciocho a veinte años, fueron recibidos al grito de ¡comunistas! En algunos comercios se negaron a venderles comida. Pero después de la representación la hostilidad inicial se tornó en alabanzas. Al día siguiente llegaron a Soria ciudad. La representación debía tener lugar en la plaza, pero el tiempo no lo permitió. Hubieron de actuar en el teatro Principal, que insistió en cobrar las entradas. Los periódicos sorianos, en su mayoría derechistas, lanzaron ataques contra el grupo. No comprendían que el Teatro Universitario, subvencionado por el Gobierno, cobrara entradas al público. Los jóvenes barracos negaron haberse llevado una peseta. Las entradas cobradas eran dinero para los dueños del teatro Principal. Anunciaron que al día siguiente darían una representación gratuita en la plaza. Pero el tiempo otra vez estropeó la función. Se tomó la decisión de actuar en el ábside de la iglesia románica de San Juan de Duero. Aquí representaron La vida es sueño.  Al poco de empezar, comenzaron las protestas de un grupo de exaltados. Lorca tuvo que salir dos veces al escenario a pedir silencio. El mismo Lorca representó el personaje de la Sombra. Al salir al escenario fue interrumpido por los alborotadores. Hubo que llamar a la policía para escoltar a los barracos ante el peligro de que fueran atacados los vehículos. Los reventadores eran estudiantes monárquicos venidos expresamente de Madrid para hacer fracasar la primera actuación del Teatro Universitario en una capital de provincias.

 

Afortunadamente no ocurrió lo mismo en los otros pueblos sorianos. En Almazán empezó a llover poco después del inicio de la representación en la plaza mayor, con el palacio de los Hurtado de Mendoza y la iglesia de San Miguel del siglo XII de testigos. Pero el público aguantó en su sitio hasta el final, emocionado, concentrado en lo que sobre el escenario se representaba. Aquí acompañaron al grupo el ministro Fernando de los Ríos y el poeta Dámaso Alonso. La acogida fue igual de exitosa en el pueblo soriano de Ágreda. De regreso a Madrid se produjo el único accidente de tráfico que sufrieron en los años que duró La Barraca. Cerca de Medinaceli uno de los coches volcó en una curva. Varios estudiantes sufrieron heridas.

(Continuará)