Memoria histórica

Auschwitz: recordando el horror

La ciudad de Cracovia concentra lo mejor y lo peor de la condición humana. El odio, ejemplificado en el ghetto judío y en los cercanos campos de exterminio de Auschwitz y Bibernau, y el arte y la cultura, simbolizados en el barrio viejo, en las iglesias, en el castillo, en los palacios y el la música clásica.

Después de una visita al campo de concentración de Auschwitz y su aledaño Bikernau, lo mejor para desconectar es asistir a un concierto de música clásica en cualquiera de las lujosas iglesias de la ciuda vieja de Cracovia. En la iglesia de San Pedro y San Pablo suenan las notas de Grieg, Vivaldi, Mozart, Haydn, Chopin, Rodrigo...En la mente del viajero resuenan los ecos de los gritos de los exterminados en las camaras de gas de los campos de exterminio. Aquí los visitantes asisten en silencio, algunos con lágrimas en los ojos, probablemente los familiares de antepasados exterminados, judíos, gitanos, presos políticos, homosexuales...Las imágenes de las pertenencias robadas a los prisioneros, amontonadas en las vitrinas de exposición, presentan la realidad de unas vivencias impensables. Los montones de zapatos, de maletas, de gafas, de pelo, sí, de pelo, que también les cortaban el pelo a los desgraciados para utilizarlo en la elaboración de telas exclusivas para los jefes de las SS, de la Gestapo, son una prueba del exterminio. 

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Los barracones que albergaron a más de un millón doscientos mil prisioneros permanecen intactos, tal cual los usaron los nazis para perpetuar su objetivo: la eleminación de las razas inferiores, gitanos, judíos, homosexuales...En Auschwitz (en especial en Bikernau, donde estaban las cámaras de gas y los crematorios) murió el mayor número de judíos antes de la liberación del campo por el ejército rojo soviético. Creo que todos los lectores han oído hablar de este funesto lugar. Solo les queda visitarlo para conocer de cerca una realidad que permanece difusa en algunos medios y entre algunos grupos ultras. Debería ser una visita obligada para los militares y los políticos, para que a nadie se les ocurriera repetir tan brutal monstruosidad. Aquí se exterminó, pero también se experimentó con los niños, con las mujeres, en unas investigaciones de locura por parte de los médicos nazis. 

Ningún español murió en Auschwitz, porque los españoles exiliados en Francia que lucharon contra los nazis fueron recluídos y exterminados en Mauthausen, como le ocurrió al protagonista de "Diarios de la reina del océano", el extremeño Antonio Padilla. Las lápidas que recuerdan la masacre, en el monumento a las víctimas de Bikernau, al lado de los restos de las cámaras de gas y los crematorios, destruidos por los nazis ante la llegada del ejército aliado, proclaman en el idioma de todos los asesinados (inglés, polaco, ruso, húngaro, lituano...) la paz como oposición al horror racista. No hay una placa en español, pero sí una en ladino, el idioma de los judíos descendientes de los expulsados por los reyes católicos allá por el año 1492.

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Los judíos supervivientes tuvieron que enfrentarse a otros muros: el comunismo y la desidia de los aliados vencedores. Hubo personas que intentaron ayudarles durante su reclusión en los guetos y los campos y después de la liberación (más allá del conocido Oskar Schlinder). El católico Tadeusz Pankiewicz propietario de la farmacia Pod Orlem, dentro del gueto judío de Cracovia, salvó las vidas de muchos judíos, ofreciéndoles sus medicinas a pesar de la prohibición de los nazis. Jan Karski intentó, durante la ocupación alemana de Polonia, que los países aliados detuvieran el holocausto ya en el año 1943. Pero ni los gobiernos americano, francés, inglés, ni el gobierno polaco en el exilio dieron crédito a sus palabras: no creían posible que lo que relataba Karski fuera realidad. Una estatua en el antiguo barrio judío de Cracovia homenajea a este luchador.

 

 

La quinta del biberón en la Batalla del Ebro

La quinta del biberón en la Batalla del Ebro

 

En Abril de 1938 las autoridades republicanas llamaron a filas a los jóvenes nacidos en el año 1920. Cuando se incorporaron al ejército, muchos de ellos apenas llegaban a los 17 años. El ejército nacional avanzaba por tierras de Lérida y Tarragona y su objetivo era la capital catalana. Azaña, Negrín, Líster, Rojo y los asesores militares comunistas soviéticos intentaron contener el avance, contraatacando en la orilla del Ebro.

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Del 25 de Julio al 13 de Noviembre de 1938 estos jóvenes imberbes combatieron con escasez de armas y munición, enfrentados a un enemigo provisto de las mejores armas, uniformados, organizados, apoyados  por la aviación alemana, que bombardeaba las líneas del ejército de lo que quedaba de República. Estas tierras de la orilla del Ebro, alrededor de Gandesa, sirvieron de escenario para la batalla más cruel de la guerra civil. Sus sierras poderosas, sus valles inundados de frutales, olivares, almendros y viñedos, fueron testigos de la desaparición de jóvenes apenas preparados para la lucha.

 

Antes del llegar al frente, una vez cruzado el Ebro, pudieron escuchar los consejos, experiencias y aventuras de los hombres del Campesino; las arengas del general Líster, que los anima a morir por la República; las consignas políticas de los comisarios soviéticos, que lo controlan todo. Cruzan el rio, junto a veteranos de las Brigadas Internacionales, por Ascó, Flix, Riba-roja d’Ebre, Mora la Nova, Mora d’Ebre, Benissanet. Les espera el infierno: trincheras, nidos de ametralladoras, bombas, granadas, hambre, miedo…Hay que resistir como les pide Negrín, el jefe de un gobierno cada vez más desperdigado, hay que luchar hasta que quede una gota de sangre, hasta que los aliados europeos se pongan de acuerdo y vengan a auxiliarles. Esperanzas vanas. La sierra de Pandols es una carnicería para los soldados de ambos ejércitos. Algunos soldados se arriesgan y desertan. Su destino será el pelotón de fusilamiento si son atrapados en la huída, como ocurrió con alguno de los jóvenes de la quinta del biberón.

 

Solo unos cientos de los miles de reclutados se salvaron al final de la batalla. Los que cayeron presos acabaron en los campos de trabajo franquistas. Los que marcharon al exilio se alistaron en el ejército francés y muchos fueron a parar a los campos de concentración nazis. Una pérdida de vidas inútil. Hubieran preferido vivir de rodillas que morir de pié. Por lo menos, hubieran tenido la oportunidad de cambiar su destino.

Federico García Lorca y La Barraca (III)

LA BARRACA DE FEDERICO GARCÍA LORCA (3ª parte)

Lorca

 

La primera gira acabó en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Entre el público estaban los estudiantes que todavía no habían empezado sus vacaciones y Miguel de Unamuno. La prensa de derechas falseó el incidente de las entradas en Soria para desacreditar al grupo, a Fernando de los Ríos y al propio Lorca. Durante los años que duró esta iniciativa acusaron a las actrices de prostitutas y a los jóvenes de mantener relaciones con Lorca, de llevar una vida inmoral, de corromper a los campesinos y de extender el marxismo, además de malgastar el presupuesto público. Argumentos de la España retrógrada, que no encajaba los cambios habidos con la llegada de la República, como  la reforma agraria, la ley de divorcio, las medidas educativas o la reforma de la milicia. Cuando la derecha llegó al gobierno a finales de 1933, las subvenciones menguaron de una manera espectacular.

 

La segunda salida del grupo fue hacia Galicia y Asturias. Después siguieron Granada, Madrid, Alicante, Toledo...así hasta abril de 1936. Llegaron hasta los rincones más alejados de la cultura. Cumplieron su objetivo. Lorca dimitió de su cargo en otoño de 1935 por asuntos no aclarados. Quizás estaba en el momento culminante de su trabajo dramático, con sus obras de teatro en los escenarios de España, Argentina, México, Nueva York, y no podía dedicar el tiempo necesario a La Barraca. Quizás porque su secretario y amante, Rafael Rodríguez Rapún, perdió su puesto cuando la Federación Universitaria de Estudiantes eligió a sus nuevos representantes.


 

Todos los datos que aparecen aquí están extraídos del libro de Ian Gibson Vida, Pasión y Muerte de Federico García Lorca

 

Federico García Lorca y La Barraca (II)

 

LA BARRACA DE FEDERICO GARCÍA LORCA (2ª parte)

El 22 y 23 de mayo de 1932 el poeta acompaña a Fernando de los Ríos en su visita oficial a dos pueblos sorianos, Torrearévalo y San Leonardo (todavía no le habían añadido el de Yagüe). Querían tantear la reacción de las autoridades locales ante la posibilidad de que aquellas tierras fueran las elegidas para las representaciones inaugurales del grupo teatral universitario. Las tierras machadianas satisfacen al ministro y al poeta.

 

La mañana del 10 de Julio de 1932 la caravana partió de Madrid hacia El Burgo de Osma, localidad soriana, primer destino de La Barraca. El grupo contaba con un camión Chevrolet, donde iba el escenario portátil, los decorados y demás utensilios; dos coches con chóferes del Cuerpo de Policía llevaban a los estudiantes, además de varios coches particulares. A las cinco de la tarde llegaron a la ciudad soriana. Allí les esperaban las autoridades. Montaron el escenario en la bella plaza del siglo XVII. A las diez comenzó la representación, seguida por numeroso público. Lorca salió al escenario para explicar los objetivos del Teatro Universitario y agradecer la asistencia a esta primera representación. La Cueva de Salamanca, Los dos habladores y La guarda cuidadosa fueron las obras elegidas. Al acabar la representación, Lorca habló con los periodistas venidos desde Madrid.

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El día 11 de Julio llegaron a San Leonardo donde el tiempo lluvioso impidió la actuación al aire libre. El 12 actuaron en Vinuesa, lugar evocado en La Tierra de Alvargonzález. Aquí los barracos, jóvenes universitarios de dieciocho a veinte años, fueron recibidos al grito de ¡comunistas! En algunos comercios se negaron a venderles comida. Pero después de la representación la hostilidad inicial se tornó en alabanzas. Al día siguiente llegaron a Soria ciudad. La representación debía tener lugar en la plaza, pero el tiempo no lo permitió. Hubieron de actuar en el teatro Principal, que insistió en cobrar las entradas. Los periódicos sorianos, en su mayoría derechistas, lanzaron ataques contra el grupo. No comprendían que el Teatro Universitario, subvencionado por el Gobierno, cobrara entradas al público. Los jóvenes barracos negaron haberse llevado una peseta. Las entradas cobradas eran dinero para los dueños del teatro Principal. Anunciaron que al día siguiente darían una representación gratuita en la plaza. Pero el tiempo otra vez estropeó la función. Se tomó la decisión de actuar en el ábside de la iglesia románica de San Juan de Duero. Aquí representaron La vida es sueño.  Al poco de empezar, comenzaron las protestas de un grupo de exaltados. Lorca tuvo que salir dos veces al escenario a pedir silencio. El mismo Lorca representó el personaje de la Sombra. Al salir al escenario fue interrumpido por los alborotadores. Hubo que llamar a la policía para escoltar a los barracos ante el peligro de que fueran atacados los vehículos. Los reventadores eran estudiantes monárquicos venidos expresamente de Madrid para hacer fracasar la primera actuación del Teatro Universitario en una capital de provincias.

 

Afortunadamente no ocurrió lo mismo en los otros pueblos sorianos. En Almazán empezó a llover poco después del inicio de la representación en la plaza mayor, con el palacio de los Hurtado de Mendoza y la iglesia de San Miguel del siglo XII de testigos. Pero el público aguantó en su sitio hasta el final, emocionado, concentrado en lo que sobre el escenario se representaba. Aquí acompañaron al grupo el ministro Fernando de los Ríos y el poeta Dámaso Alonso. La acogida fue igual de exitosa en el pueblo soriano de Ágreda. De regreso a Madrid se produjo el único accidente de tráfico que sufrieron en los años que duró La Barraca. Cerca de Medinaceli uno de los coches volcó en una curva. Varios estudiantes sufrieron heridas.

(Continuará)

Federico García Lorca y La Barraca (I)

LA BARRACA DE FEDERICO G. LORCA (1ª parte)

 

La expansión de la cultura fue uno de los objetivos primordiales de la República en sus inicios. Los nuevos gobernantes estaban decididos a acabar con el monopolio de la enseñanza en manos de la Iglesia. Querían crear un sistema educativo capaz de hacer frente al atraso cultural del país. En 1931 más de un tercio de los españoles eran analfabetos. En 1932 se abrieron 2580 escuelas nuevas y otras 3990 en 1933. El bienio negro, los dos años de gobierno de la derecha, paró la tendencia.

La barraca

No se trataba de abrir escuelas solamente. Había que mejorar el nivel intelectual de los maestros, muy mal pagados. Se elevaron en un 50% los salarios y se crearon 5000 nuevas plazas. Las Misiones Pedagógicas, fundadas por la República en mayo de 1931, fue otro de los logros culturales. Tenían como objetivo llevar la cultura a los rincones menos privilegiados del país con obras de teatro y conciertos, colaborando con los maestros, organizando exposiciones y conferencias sobre arte, abriendo bibliotecas públicas, proyectando películas. Llevando la esperanza a comunidades que a veces daban la impresión de vivir en la prehistoria.

 

Así surgió el proyecto de un teatro ambulante universitario, La Barraca. El poeta granadino Federico García Lorca, amigo de Fernando de los Ríos, ministro de Justicia y posteriormente de Instrucción Pública del gobierno republicano, fue nombrado director artístico. La Federación Universitaria Escolar patrocinó esta idea, que representaba una enorme aventura: crear un teatro ambulante universitario para interpretar obras clásicas por los pueblos de la España rural. Si los republicanos estaban ilusionados con La Barraca, los de la derecha atacaron el proyecto desde el principio, tachándolo de propaganda marxista, inspirada por el masón, ateo y judío De los Ríos.

 

Los actores estudiantes que se presentaron a las pruebas eran mayoritariamente del Instituto-Escuela, centro progresista inspirado en la Institución Libre de Enseñanza y vinculado a la Residencia de Estudiantes. Engrosaron el grupo teatral escenógrafos, figurinistas, pintores, carpinteros, conductores…

 

El decorado medía ocho por ocho metros y se podía desmontar con prontitud. El uniforme de los miembros del grupo teatral era un mono azul para los chicos y un vestido azul y blanco para las chicas. Tenía que ver con el espíritu de la primera cláusula de la nueva Constitución, que declaraba que España era un República democrática de trabajadores de toda clase.


Se seleccionaron tres entremeses de Cervantes para las primeras representaciones. Después se añadiría el auto sacramental La vida es sueño y El gran teatro del mundo de Calderón de la Barca, entremeses de Lope de Rueda, obras de Juan del Enzina, Fuenteovejuna de Lope de Vega, El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, el poema La tierra de Alvargonzález de Antonio Machado y la única obra moderna, La historia del soldado de Charles F. Ramuz, con música de Stravinski. Lorca exigía una gran concentración a los actores, llamados los barracos, en los ensayos. Les insistía en cómo debían moverse por el escenario y les exigía una clara pronunciación. Su hermana pequeña Isabel formó parte del elenco en alguna de las representaciones.

(Continuará)