Refugiados y migrantes

El drama de los refugiados

EL DRAMA DE LOS REFUGIADOS

 

Las nuevas generaciones asisten impasibles a la tragedia de los refugiados, que escapan de sus orígenes para buscar un lugar en el que solo les dejen sobrevivir. Es una situación dramática, pero no es nueva. Quizás nos hemos acostumbrado y lo observamos como algo lejano, algo que no se puede cambiar,  algo con lo que tengamos que convivir sin protestar.

 

En España, desgraciadamente, durante la guerra del 36 y después, cientos de miles de refugiados escaparon a Francia, México, la antigua Unión Soviética, Sudamérica y tantos otros países que los acogieron. Uno de los protagonistas de “Diarios de la reina del océano”,  Antonio Padilla, extremeño, es uno de ellos. Huyó a Portugal cuando las columnas franquistas de Yagüe arrasaron Badajoz en Agosto de 1936.

Quiero reflexionar sobre el drama de los refugiados para dejar constancia de mi compromiso con ellos. Los posibles beneficios de la venta del libro “Diarios de la reina del océano” irán destinados a CEAR, Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Lo hago en el momento que todos los medios de comunicación se han referido a la muerte del niño Aylan Kurdi, ahogado hace dos años en un playa de Turquía.

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Fue necesaria la foto del niño, boca abajo, con la cabeza apoyada en la arena, para que todo el mundo se diera cuenta de la tragedia de millones de seres: ancianos, bebés, madres, niños…

 

Poco se ha hecho desde entonces por parte de los gobiernos de Europa.  Si acaso, poner trabas para acoger a los refugiados. Desde la muerte del pequeño Aylan se han ahogado en el Mediterráneo casi nueve mil personas. El día 2 de Septiembre de 2015, cerca de los complejos turísticos que acogían a los ricos de Europa, el niño sirio moría ahogado en la playa de Akaylar en la península de Bodrum. Su padre, el barbero Abdula Kurdi, después de haber sido rechazado dos veces y haber perdido su dinero a manos de las mafias de Estambul, se arriesgó en un último intento por cruzar a la orilla de las oportunidades. Junto a un grupo de 17 sirios, en dos embarcaciones inflables, casi de juguete, se embarcaron a mar abierto. El agua entró por los botes. Se hundieron en la oscuridad. El padre intentó salvar a su hijo Aylan en vano. Al amanecer vieron el cuerpo en la misma playa de la que salieron. Hoy el problema de los que huyen es peor que entonces.

 

La crisis de los refugiados se ha gestionado con egoísmo. Se han cerrado más puertas de las que se han abierto para estos pobres desgraciados. Los acuerdos han sido un auténtico fracaso. Los gobernantes no se ponen en el lugar de los refugiados, gente que se enfrenta a lo desconocido, a un idioma diferente, al hambre, al frío.

 

Para conocer más se puede consultar la web de CEAR: https://www.cear.es/

Emigrantes de hoy: Ayyoub, el soñador

Emigrantes de ayer y de hoy

Nuestra memoria es frágil. Así lo demuestra la historia. Nos hemos olvidado de los años cuando los emigrantes españoles se buscaban la vida más allá de nuestras fronteras. En los tiempos de bonanza económica a nadie se le hubiera ocurrido pensar que la historia es cíclica. Los jóvenes, educados en la abundancia y la superprotección, desconocen que generaciones de españoles emigraron. Sin embargo, muchos jóvenes han tenido que marcharse a otros países para trabajar. Es la generación mejor preparada en décadas. Aquí no hay trabajo. Solo empleos y sueldos de miseria. Los mejor cualificados han emigrado a Alemania, Gran Bretaña, Irlanda, y cualquier otro país que les ha ofrecido mejores oportunidades.

Los jóvenes que llegan a través del estrecho, los exiliados que tienen la suerte de obtener un visado, los que cruzan las fronteras con o sin papeles, tienen ante sí un panorama bastante desafortunado: serán mano de obra barata, recibirán salarios indignos, tendrán que trabajar horas extras o compaginar varios empleos para poder salir adelante.

Ayyoub

No hay diferencias entre los emigrantes españoles del pasado y los emigrantes que llegan a nuestras ciudades y pueblos, cargados con la ilusión de un futuro mejor, como es el caso de Ayyoub Deriouech. Este jóven marroquí llegó a Benalmádena hace un año. Estudia Ingeniería Mecánica en la Universidad de Málaga. En sus ratos libres hace pequeños trabajos que le ofrecen.  Así, y con la ayuda que recibe de su padre desde Fez,  puede seguir con sus sueños. Desde niño ha soñado con ser una estrella del fútbol en España. Los adolescentes marroquíes están fascinados por la imágenes que les llegan a través de la televisión. Quieren ser como sus idolatrados futbolistas del  Bernabeu o del Nou Camp. De momento, Ayyoub, juega en el equipo de Benalmádena. Es muy jóven y tiene toda la vida por delante.

Ayyoub nació en un pequeño pueblo cercano a Fez. Su hermano mayor trabaja en Málaga, donde vive con su familia. Su hermana emigró a Alemania y trabaja en Berlín. En Fuengirola vive y trabaja una hermana de su padre, de la que está pendiente y a la que cuida cuando está enferma. No cuenta que es la injusticia social la que obliga a los más pobres a emigrar, que en Marruecos hay ricos que no quieren perder sus privilegios. No menciona, a pesar de ser muy expresivo en sus gestos y palabras, la sumisión de sus paisanos a los gobernantes, sometidos a su vez, al poder real. Sueña con ser una estrella del fútbol. No le importa ganar mucho dinero, solo lo imprescindible para vivir.

Ayyoub llegó a España en barco, con papeles, pero él conoce a muchos que lo hicieron en balsas ilegales. Comenta que estos prefieren morir en el mar por conseguir una vida mejor. Todos le dicen que aquí viven mucho mejor que en sus países. No se ha acostumbrado todavía a la comida, al invierno triste de la costa malagueña, a las fiestas discotequeras, a la carestía de la vida. Pero él se quedaría para siempre en España, porque aquí puede hacer realidad sus sueños, porque aquí ha encontrado buena gente.

 

A este joven emigrante de hoy, al amigo Ayyoub, afable, risueño, diplomático, le deseo las mejores venturas. Como a todos los emigrantes, españoles o no, que trabajan lejos de sus pueblos.