camino de Santiago

Camino de Santiago (IV): por tierras castellanas

Camino de Santiago (IV): por tierras castellanas

Continuamos el camino, con los aspectos ecológicos como punto de referencia. Llegamos a tierras castellanas.  Redecilla del Camino es la primera población que el pregrino encontrará en Castilla, en la provincia de Burgos. Es un pueblo de tradición templaria, agazapado entre los ríos Reláchigo y Zamaca. En Belorado las cuevas naturales fueron utilizadas por los remitas durante la Alta Edad Media. Villafranca recuerda la ave esotérica de los viajeros compostelano. Se trata de la oca. Los peregrinos, cuentan las leyendas, cruzaban estas tierras, peligrosas por los bandidos que les asaltaban, protegidos por la fuerza de este animal vinculado a los tres elementos: agua, aire y tierra, porque las ocas nadan bien, vuelan mejor y andan ligeras. Los caminantes practicaban el juego de la oca, en agradecimiento; en las casillas del tablero de la oca estaban representados los peligros que se presentaban en la vida o en el camino. Junto a la ermita de la Virgen de la Oca surge un manantial de aguas salutíferas, donde beben los peregrinos. La leyenda sobre la muerte San Indalecio, evangelizador de la zona, está relacionada relacionada con el manantial. En San Juan de Ortega se atraviesa la vía verde del ferrocarril minero, cerca de Atapuerca.

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El río Arlanzón recibe a los caminantes al llegar a Burgos. Su catedral gótica, su Cartuja, su monasterio de las Huelgas, son símbolos del Camino de Santiago. Desde la fortaleza de Castrojeriz el peregrino podrá divisir la magnífica naturaleza burgalesa. Antes de abandonar tierra burgalesas, tras cruzar el río Pisuerga por el puente de piedra de Fitero, descubrirá la frescura del cauce, antes de entrar en tierra palentinas. 

El viajero entra en Tierra de Campos, una árida comarca que, durante los meses estivales, atrae los rayos solares y es un momento duro en el caminar. La escasez de vegetación es eterna. En los escasos pastos las ovejas se alimentan para ofrecer al viajero uno de los lujos gastronómicos de la zona, el queso de oveja palentino. Las esclusas del Canal de Castilla permiten el paso hacia el objetivo final. Carrión de los Condes, llena de monumentos icónicos del camino, es el final en tierras palentinas, el final de la áspera horizontalidad del paisaje, solo roto por los esqueletos de adobe de los palomares.

En Sahagún, en la Tierra de Campos leonesa, el panorama cambia: la fértil ribera del río Cea se presenta como un alivio después de jornadas a la intemperie soleada. En la capital, aconsejo que el peregrino aproveche la paz de los monumentos que puede visitar y en ellos relajarse o pasear: claustro de la catedral, palacio de los Guzmanes. En Trobajo del Camino se podrá contemplar una magnífica panoráminca de León, con el sinuoso curso del río Bernesga. Si hay fuerzas en la reserva, es una experiencia única desviarse hacia la Maragatería. En Foncebadón, en lo alto del monte Idago, se alza la Cruz de Ferro, un mástil de madera de roble de cinco metros de altura, coronado por la cruz de hierro. Pasar por este lugar, con los primeros rayos del sol cubriendo el horizonte, es un momento sobrecogedor. Mirando al sur, se contemplará la silueta de la montaña sagrada de la Maragatería, el Teleno. Las laderas de los montes sagrados del Bierzo, los Aquilanos, están horadadas de grutas naturales utilizadas por los peregrinos y por los primeros predicadores del cristianismo. Villafranca es la última etapa en tierras leonesas del Bierzo, antes de adentrarse en la agreste y sinuosa subida a O Cebreiro, en Lugo.

EL CAMINO DE SANTIAGO (II) Por Tierras de Navarra

EL CAMINO DE SANTIAGO (II)

Por Tierras de Navarra

Puente puente la reina navarra

Por el camino de Santiago que va de los Pirineos al Valle del Ebro, el viajero jubilado tendrá oportunidad de contemplar bellezas naturales y admirar el románico más puro, transitar por puentes de piedra y ascender colinas singulares. La bruma le envolverá en algunos tramos.

Valcarlos, en la frontera con Francia, pueblo tranquilo, acurrucado entre las afiladas montañas, puede ser un buen inicio. Aquí Carlomagno intentó expandir sus dominios. En Roncesvalles el éxtasis puede acontecer. En sus desfiladeros naturales se palpa la historia, se oyen los gritos de los soldados derrotados por los vascones. La cruz del peregrino le aparecerá en cualquier redoco del camino.

Gerendiaín, el alto de Erro. con sus hórreos de piedra, Larrasoaña, Zubiri, donde su cruzará el puente de piedra sobre el río Arga, son lugares obligados en el camino. Cuando se alcance el río Ulzama, Pamplona se divisará en el horizonte.

En Puente la Reina, donde los caminantes procedentes del Pirineo oscense se unen con los que llegan de Roncesvalles, su puente medieval es uno de los iconos del camino de Santiago. Los campos de cereales inundan estos parajes, que se extienden por Estella, por Los Arcos, por Torres del Río, donde una suave colina domina el curso del río Linares.

La antigua calzada romana fue aprovechada para el camino que lleva a Viana, última etapa navarra de la ruta jacobea.

Naturaleza, arte, puentes, ríos, calzadas romanas, valles, montañas elevadas al firmamento...así es el Camino de Santiago a su paso por tierras navarras.

El camino de Santiago: Naturaleza y emoción

EL CAMINO DE SANTIAGO: NATURALEZA Y EMOCIÓN (I)

POR TIERRA ARAGONESAS

 

Estos días que tantos peregrinos se acercan a Santiago de Compostela, en un periplo fervoroso y entusiasta, no estaría de más una reflexión sobre alguno de los puntos naturales más enigmáticos del camino. Conozco a muchos viajeros jubilados que van a Compostela, después de muchos años de preparación. Aquí voy a resaltar el valor ecológico de este viaje.

Desde todos los confines de Europa, desde Irlanda, Rusia, Islandia, Eslovaquia, Polonia.., cientos de rutas enraizadas en la cultura europea han guiado a millones de personas hacia el lugar de encuentro, hacia el finis terrae. Hay quien afirmó que Europa se construyó caminando hacia Santiago. En el Finisterre la tierra se abre al mar furioso. Los peregrinos contemplan un espectáculo mágico, inigualable, enigmático.

Dicen que desde Roncesvalles a la tumba del apóstol Santiago hay un millón de pasos. El amante de lo natural puede encontrar lo que anda buscando, aparte de su reconciliación espiritual. Las antiguas calzadas romanas fueron utilizadas por lo primeros peregrinos, en el siglo XI, para realizar su peregrinaje.

El tramo aragonés del camino, que se desarrolla entre el Pirineo de Huesca y la población navarra de Puente la Reina, se corresponde con el antiguo sendero europeo desde el bosque de Bohemia, en la República de Chequia, hasta Galicia. El itinerario aragonés consta de 190 kilómetros. Atraviesa la Jacetania, las comarcas del alto valle del Aragón. El recorrido se inicia en Somport, en la frontera con Francia, a 1633 metros de altitud. En Canfranc la nieve es perenne. El río Aragón serpentea entre antiguas fortalezas militares. Los valles, entre montañas elevadas hasta el firmamento, acompañarán al caminante hasta llegar a Puente la Reina.

                                                                                        Loarre

Canfranc es villa de frontera. Las grutas, utilizadas por refugiados y espías, albergan tumbas con epitafios emocionantes. Cerca de la ciudad de Jaca se puede contemplar el Serrablo (valle del diablo), zona de leyendas y mitos ancestrales en relación con el peregrinaje. En la sierra de Santa Orosia, la montaña sagrada del Serrablo, los saltos de agua conviven con las cuevas inquietantes.

En San Juan de la Peña el caminante quedará extasiado por la belleza de la balma rocosa de conglo que sirve de techo al recinto monástico. Un manantial brota cerca del claustro del monasterio, sobrevolado por aves rapaces.

El castillo de Loarre y, en sus inmediaciones, el conjunto rocoso de los mallos de Riglos son otras de las maravillas a descubrir por el peregrino. La mejor hora para admirar los mallos es el atardecer, cuando los rayos cubren de rojo las piedras.